sábado, agosto 29, 2009

Cap.16 - Recepción de los huéspedes en la Cartuja

Los nuevos huéspedes son recibidos por el Abad de la congregación, al que le acompañan los dos ingenieros alemanes que diseñaron los túneles, Karl y Frederich.
Por lo que a partir de ahora el nuevo grupo lo compondrán: Seis personas –Martín Borman -Hans Bauer – Ludwig Stumpfegger, los ingenieros Karl y Frederich y una persona más.

La estancia que han dispuesto para todos ellos será en el último edificio, que estará situado al final del resto de la congregación, y en el sótano de dicho edifico... es.... donde... finalmente, están situadas las vías de escape que se han dispuesto para la posible salida o emergencia, y además se dispone de un centro de control, desde el que Martín Borman seguirá todas las noticias que acontecen en el mundo, desde su reclusión en la Cartuja del Aula Dei.

Y en la Cartuja del Aula Dei se instaura la figura del vigía, que es un cartujo que desde una atalaya situada en lo más alto observa , vigila, y controla todos los accesos al recinto.

**¿Y es el único sitio donde le gustaba estar a Martín Borman?.
Regularmente visita la Cartuja el Obispo Auxiliar de Zaragoza, que es el contacto con el mundo exterior, y proveerá de todo lo necesario a los ilustres y distinguidos inquilinos, siendo el enlace y hombre de confianza, utilizado en todo momento por el Hombre De Negro.


Y en la vida diaria y cotidiana de los cartujos, solamente participan los ingenieros Karl y Frederich, que gustan de realizar todas cuantas tareas están en su mano para con los cartujos, y gozan de buena relación con todos ellos, considerando su integración plena y de una manera total, en la comunidad religiosa.La ciudad de Zaragoza, era en esos momentos una pequeña capital de provincia. En la que los años romanos habían constituido una experiencia irrepetible, dejando monumentos y gloriosas esculturas en la ciudad, aunque no por ello dejaba de ser algo ,,, cateta-pueblerina-provinciana,,,, como si el tiempo hubiera retrocedido a otras épocas, no tenia , ni turistas, ni peregrinos, ni grandes aglomeraciones de ciudadanos o vecinos, apenas circulaban unos pocos automóviles, con escaso tránsito rodado, que se reducía a unos cuantos tranvías o trolebuses, y a las tradicionales carrozelles, que contribuían a darle un aspecto más propio del Siglo XIX.La vida monacal y la orden de la Cartuja, es una institución consagrada enteramente a la vida contemplativa, ajena a todo ministerio exterior.

El Cartujo tiene por finalidad disponerse a vivir en íntima unión con Dios, lo más perfecta posible aquí en la tierra, según el grado de gracia concedido a cada uno. Mediante unas observancias descritas en sus Estatutos, atento a la oración, a la penitencia y a la alabanza divina, transfunde en las almas, en virtud de la Comunión de los Santos, el caudal divino de las gracias de las cuales Nuestro Divino Salvador es el manantial. Su función es, por consiguiente, en el Cuerpo Místico de la Iglesia, el de las arterias que transmiten sin cesar la sangre vivificante a todos los órganos. Esta misión está admirablemente sintetizada por el papa Pío XI, en su Bula Umbratilem, cuando en 1924 aprobaba los Estatutos Cartujanos: "Fácilmente se comprende que contribuyen mucho más al incremento de la Iglesia y a la salvación del género humano los que asiduamente cumplen con su oficio de orar y de mortificarse, que los que con sus sudores y fatigas cultivan el campo del Señor".

No es la Cartuja, como muchos creen, un Instituto de vida puramente solitaria, sino una mezcla de soledad y vida común. Su santo Fundador, San Bruno (alemán de nación, nacido en Colonia hacia 1030 y muerto en 1101), ha hermanado sabiamente lo mejor de una y otra vida, evitando así los inconvenientes de cada una de ellas. Por eso ni la soledad ni el silencio son absolutos. Se hallan mitigados por un paseo semanal fuera de Casa, y una o dos recreaciones semanales.


VIDA COMUNITARIA

La vida comunitaria interrumpe sabiamente la vida de soledad. Tres veces al día acuden los monjes a la iglesia: por la mañana, a la Misa Conventual; por la tarde, a Vísperas; y a medianoche, a Maitines y Laudes. Los domingos y fiestas son especialmente comunitarios, puesto que todo el Oficio se canta en el Coro y se come en el refectorio común. Los demás días, el resto del Oficio se recita en la celda.

SOLEDAD Y SILENCIO


 Fuga de Hitler www.youtube.com/watch?v=FfcXgy-Y40E 


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